Avanzo hacia este acantilado y soy capaz de recorrer las inmediaciones del lejano horizonte. Comprender el Mundo a través de vibraciones que se esconden en un lugar oculto de mi mente. Y así, volar. Como si no de palabras, ni de fórmulas ni números se tratase la auténtica Naturaleza, si no, de algo más complejo y prácticamente incomprensible. Mar, Tierra y Bóveda. Yo, minúsculo ser, que soy el centro de todas estas cosas cada vez que respiro su propia esencia, hasta que las absorvo y me esparzo hasta el Fin.
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