En mis recuerdos tu silueta siempre se recorta en un atardecer otoñal y una sonrisa que no logro comprender, bajo ese gorro de lana gris.
Nunca llegué a entender cómo llegamos a bailar bajo los robles del Paseo. Nunca llegué a entender cómo pudiste coger mi mano de hielo y cómo hacías que corriéramos tras las sombras de nuestros demonios.
Este vodka tampoco me está ayudando a comprender cómo desapareciste. Ni éste sofá me está ayudando a olvidar. Y sin embargo, quizá bajo los efectos livianamente estupefacientes del alcohol, siento que me estás mirando la nuca. No obstante me giro y no estás, pues te absorbió la nada ( o eso me dijo alguien una vez, no recuerdo quien, no tengo buena memoria) o te desvaneciste en el caos, mientras yo me consumo como ésta botella.
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