viernes, 12 de diciembre de 2014

Musa

En mi memoria se desvelan tramas entrecortadas de escenas de cine setentero, cuya única protagonista eres tú fumando con expresión hierática. Sentada en esa mesita, en una calle peatonal de París. Con la mirada perdida "no sé dónde".
Me recuerdas a Jane Birkin, una niña eterna con el atractivo y erotismo de la mujer artista. Espero que pronuncies alguna palabra, sólo para escuchar tu voz en melódico francés. Pero tus cuerdas vocales parecen estar enterradas en Les Catacombes. Ni me he terminado este café y te levantas, sin inmutarte de mi presencia, dándote la vuelta dirigiéndote a vete tú a saber dónde.
Te persigo con mi mirada hasta que te pierdes entre los viandantes. Te persigo en mi imaginación hasta que te conviertes en mi colección de jadeos, obsesionándome con tus ojos verdes. Sintiendo que exhalas el humo del Marlboro en mi cara. Pronto te conviertes en colores vivos y psicodélicos, como en un colocón de LSD. Quizá es porque han puesto The Doors de fondo en esta cafatería...
Pronto mi imaginación se ve interrumpida por la única persona que parecía estar atento a mi pérdida de consciencia y el camarero pone la cuenta en mi mesa.
Con qué facilidad se rompe una burbuja perfecta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario