martes, 15 de septiembre de 2015

Y sí.

Ayer fue tu día. Y esto es claramente para ti. Sé que probablemente no lo leerás, pero aún así me arriesgo a ese escaso porcentaje a que llegues a leer estas líneas algún día y acabes huyendo de mi.
La verdad es que pasan estos meses y no soy capaz de olvidarte. Es francamente la tarea más complicada a la que me he enfrentado nunca. Y sin embargo me ha dejado entrever la realidad de la situación. Por qué nunca ha acabado de cuajar. Por qué, pese a la pasión que nos unía y la complicidad que aún hoy somos capaces de sentir, acabábamos al borde de un abismo. No es porque seamos incompatibles. De hecho creo, y lo creo firmemente, que jamás seremos tan compatibles con otra persona como lo somos entre nosotras.
Realmente tenemos muchos asuntos que resolver con nosotras mismas. Con nuestra individualidad herida con diferentes circunstancias de la vida. Pero en fin, no puedo poner mi voz en tus emociones... Sin embargo puedo hablar de las mías. Y aquí, desde aquí, te pido perdón. Porque tú no tenías por qué soportar mis bajones, mis debilidades y mi necesidad extrema de protección. Ahora, desde aquí, puedo decirte que realmente  he comprendido qué ocurre conmigo y que, más que nunca, intento solucionar esos torbellinos imparables.
Deseo, en mi más profundo y sincero fuero interno, que algún año de estos podamos finalmente estar juntas en paz. No obstante, alabaré y apoyaré cualquier decisión que tomes. Como siempre, te amaré desde la libertad. Que, aunque egoistamente hablando, preferiría vivir ese amor compartido, pero no sería una auténtica amante si no respetase tus decisiones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario