Ella tenía la mirada perdida, no sé dónde, pero quizá lejos de cualquier parte.
-¿Qué quieres de mi? - pregunté, fumando una calada insulsa -. ¿Qué quieres, si estás muerta?
-Sólo quiero que te enamores de mí, quiero adueñarme de tu sensibilidad. Jamás he tenido emociones y ambiciono sentir.
-Vale, entonces, quedemos a las seis.
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