lunes, 24 de marzo de 2014

De blanco y azul.





Quizás no fui muy expresiva aquel día. A pesar de que generalmente abra mi mente, para ti y sin tapujos. Pero es que me dominaba un sentimiento perfecto.
¿Y sabes? Cuando te domina un sentimiento perfecto, la parte emocional de tu cerebro acalla, silencia, el léxico que pueda ser capaz de describir tus pensamientos. Porque no existe. Es lo típico de "no existen palabras para describir esto".
Mi única manera de hacerte ver, aunque fuera, vislumbrar, esos pensamientos que estaban haciendo arder mi corazón de gozo, es a través de éste escrito.
Y es que ¿No fue increíble ese contraste tan perfecto de blanco y azul? Y esas buganvillas, descolgándose por los muros centenarios de esas casas tan adorables, de cuento ¿Y que me dices de ese balcón que miraba al mar de frente con soberanía? No olvidemos tampoco esas hiedras, ese olor a madera y las campanas resonando...
Sin embargo, si hay algo que caracteriza mi personalidad, es que la belleza no soy capaz de disfrutarla por entero sola. Es un sentimiento, una emoción, que deseo compartir...
¿Y qué ocurre si a la belleza del exterior, acompañada con esa brisa marinera, la acompasas con un amor profundo e íntimo?
Me sentía volar como las gaviotas que sobrevolaban nuestras cabezas. Siendo una con el mar, siendo una contigo.
¿No has sentido alguna vez esa belleza absoluta, que tenías la necesidad imperante de callar para poder escucharla? ¿No has disfrutado alguna vez del silencio? ¿No te ha resonado una canción con todos estos elementos?
Es más que la sensación de vivir. Y las palabras empobrecen éste sentimiento.
Ojalá hubiera podido transmitirte, mediante telepatía, todo esto que había dentro de mí. Ojalá te hubiera tomado la mano y hubiéramos podido volar por encima de los tejados de Altea. Ojalá hubiéramos podido sumergirnos en el mar, o andar sobre él. Ojalá hubiéramos llegado hasta las estrellas dando un salto desde el campanario...

Espero que me disculpes porque mi mente estuviera paralizada ante tanto todo y tanta nada a la vez.
Perdona por no haber podido hablar de todo esto que realmente se cuajaba en mi mente.
Siento no haberte llevado a la Luna.

Pero prometo otra vez volverte a tomar de la mano y llevarte ante nuevos horizontes, colinas y montañas. A rincones ocultos, a bellas ciudades. A descubrir castillos, cuevas y ríos. A quizás componerte un relato en verso o en prosa sobre ello. A quizás volverte a cubrir de besos y observar el amanecer juntas...
Si algo he aprendido y sigo aprendiendo, es que quiero y deseo que seas mi compañera de aventuras. Que seamos las protagonistas en pequeñas historias inventadas, pero que nuestros pies caminen largo y tendido...




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