viernes, 12 de diciembre de 2014

Musa

En mi memoria se desvelan tramas entrecortadas de escenas de cine setentero, cuya única protagonista eres tú fumando con expresión hierática. Sentada en esa mesita, en una calle peatonal de París. Con la mirada perdida "no sé dónde".
Me recuerdas a Jane Birkin, una niña eterna con el atractivo y erotismo de la mujer artista. Espero que pronuncies alguna palabra, sólo para escuchar tu voz en melódico francés. Pero tus cuerdas vocales parecen estar enterradas en Les Catacombes. Ni me he terminado este café y te levantas, sin inmutarte de mi presencia, dándote la vuelta dirigiéndote a vete tú a saber dónde.
Te persigo con mi mirada hasta que te pierdes entre los viandantes. Te persigo en mi imaginación hasta que te conviertes en mi colección de jadeos, obsesionándome con tus ojos verdes. Sintiendo que exhalas el humo del Marlboro en mi cara. Pronto te conviertes en colores vivos y psicodélicos, como en un colocón de LSD. Quizá es porque han puesto The Doors de fondo en esta cafatería...
Pronto mi imaginación se ve interrumpida por la única persona que parecía estar atento a mi pérdida de consciencia y el camarero pone la cuenta en mi mesa.
Con qué facilidad se rompe una burbuja perfecta.

domingo, 5 de octubre de 2014

Alas.

Nunca olvidaré ese par de alas estampadas en su espalda. A aquella chica misteriosa del metro. Bueno, digo y pienso que es o era misteriosa, porque entre el jaleo y la pérdida de nervios de la gente que me rodeaba, ella mostraba esa tranquilidad e impasibilidad que caracteriza a los seres suprahumanos. No le vi el rostro, pues su oscura melena cubría la mitad de su perfil. Sólo se asomaba la punta de su nariz, que apuntaba a ninguna parte mientras su mente cavilaba por mundos lejanos. Sólo veía ese par de alas. Pensaba que saldría volando en cualquier momento, que escaparía de aquella agobiante oscuridad. No obstante pareció preferir pegarse a la ventana y escuchar el rugido del metro.
La gente entraba y salía a aquellas horas tempranas de la mañana, en búsqueda de sus jaulas. Pero ella parecía no tener destino, acurrucada en ese lugar, con sus alas estampadas que no volaban.
Llegamos a la última parada y ella salió, silenciosa, ni cabizbaja ni altiva. Seguí sin distinguir bien su rostro, mientras el estampado cubría mi pensamiento.
Fuimos en caminos opuestos y me imaginé, que en algún momento, mientras nadie la observaba, rompía a volar y que se desharía del mundo terrenal. Que había sido enviada por algún motivo, quizá para reafirmar la miseria humana o quizá para mofarse de ella.
Me pareció escuchar un batir de alas, pero quizá era el viento que me estaba gastando una broma con trucos baratos de feria.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Eros, psique y otras demencias humanas.

No sé qué he encontrado en tu infinita locura. En tu alma perdida y en tu mente sin retorno. Es un amor extraño¿Seré sádica por regodearme en tu inocencia incurable? No sé qué hay en esos fríos ojos que me miran con desconcierto, pero con una esperanza. Es como si me viera reflejada en las aguas turbias de mi memoria, quizá por eso acepté éste sucio trabajo. Quería conocer a un ser desesperado y solo como yo ¿Qué absurdo, no? Me encuentro con seres solos y desesperados todos los días. Pero nadie tan solo y desesperado como tú lo has estado, como yo lo estuve... Lo que nos hace humanos no es nuestra biología, sino, unas emociones que estructuran nuestros pensamientos. Una cultura que nos aliena. Las mentiras, las risas, las lágrimas, el desprecio, el halago, los soliloquios y las pantomimas.
¡Basta, basta, basta! Si sólo tuviera un momento para tomarte una vez más en mis brazos y poder regalarte la calidez humana que siempre nos faltó a las dos...

martes, 26 de agosto de 2014

Ílice.

Lo prometido es deuda, Elena de Ílice.

Las luces de un modernismo eterno no se apagaron esa noche como cualquier cosa. Un bullicio que apasiona y no desgasta.
Las conversaciones que, como en cualquier ciudad española, de una se entera hasta de los más pequeños detalles. Parejas que se aman, amigos casuales, gente formal. Tiendas y tiendas, sobre todo bares.
Pero me siento flotar por las calles, como un pequeño laberinto. Como una pequeña Barcelona.

Cuando pasa el tiempo echo de menos ésta vida cosmopolita, romántica entre palmeras. Tiene algo de mágico, algo de especial. No sé si será por la tal Elena de Ílice. Pues descubrí ésta ciudad de verdad a la vez que conocí su sonrisa.

Siempre me hace evocar sus calles la banda sonora de Amelie, a la vez que no puedo evitar sentir su mano acariciando la mía. Sus ojos tímidos evitando los míos y el orgullo hacia su hogar.
 Me siento una viajera enamorada y la tristeza me invade cuando abandono esas tierras, en un tren ruidoso y sin compasión. Me quedo con la calidez de su misticismo en el corazón hasta que otro día vuelva a su seno y vuelva a emborracharme de ambrosía ilicitana.





lunes, 11 de agosto de 2014

Sáhara

Jamás pensé que una de las más influyentes y bellas amistades que se han introducido en mi vida, proviniera de las lejanas arenas del desierto saharaui. Ni tan siquiera llegué a pensar que fuera esa palanca de la que hablaba Aristóteles, que pudiera levantar la pesada piedra de la incertidumbre que ensombrecía mi existencia.
Maestro, amigo y hermano. Una triada, nada divina, pero sí muy humana que se ha llegado a consolidar en pocos meses.

Hace un mes y pico que se marchó y lo echo profundamente de menos. Sin embargo, los lazos que nos unen no se romperán con la misma facilidad con la que se unieron. La huella que ha dejado en mi corazón es mi cayado para continuar éste largo viaje de la vida.

A veces me paro a escuchar esa música que él, amablemente, me enseñó para fundirme aunque fuera una pizca con su hermosa cultura trasnochando en la Biblioteca 24h de la Universidad de Alicante. También me paro a escuchar esa música que me enseñó en momentos difíciles, a modo de lección o a modo de sátira, quizá a modo de todo un poco.

De vez en vez, se me aparecen sus palabras (como si el viento de allá las trajera acá) nítidas como el primer día.

Me ha regalado un cosmos en el que poder refugiarme, pero no se me ocurre otra manera de agradecerle sus regalos que siguiendo sus consejos y estar ahí siempre que me necesite.

¡Espero que le llegue mi abrazo desde tan lejos!



martes, 15 de julio de 2014

Estepas.

Guerreros de las estepas. Supervivientes del Eterno Frío norteño. Aún entre las ventiscas se escuchan vuestros cantos y rezos a dioses coléricos. Señores de la batalla cuya semilla violenta aún germina en nuestra sangre.
Aún se recuerda aquellos tiempos en los que el Mjolnir se asomaba entre horizontes teñidos de rojo.

viernes, 11 de julio de 2014

Paz.

No hay guerra, no hay tregua. Desde que ya no espías entre las estrechas rendijas de mi ventana y gritas mi nombre desesperadamente; desde que ya no tengo que atragantarme con tus deseos frustrados; desde que ya no me rindes una pleitesía desmesurada; desde que ya no tengo que soportar esos impulsos esquizoides y esos altibajos tan abruptos; desde que no tengo que soportar tu absurda estupidez, siento la más auténtica paz.
Ahora sé que nunca debí abrir esa carta, que debí haber dejado que los vientos de otoño se la hubieran llevado bien lejos de mi.
No obstante de toda experiencia es un gozo aprender, y de ésta he aprendido a sentir la paz.


miércoles, 2 de julio de 2014

Otoño.

En mis recuerdos tu silueta siempre se recorta en un atardecer otoñal y una sonrisa que no logro comprender, bajo ese gorro de lana gris.
Nunca llegué a entender cómo llegamos a bailar bajo los robles del Paseo. Nunca llegué a entender cómo pudiste coger mi mano de hielo y cómo hacías que corriéramos tras las sombras de nuestros demonios.

Este vodka tampoco me está ayudando a comprender cómo desapareciste. Ni éste sofá me está ayudando a olvidar. Y sin embargo, quizá bajo los efectos livianamente estupefacientes del alcohol, siento que me estás mirando la nuca. No obstante me giro y no estás, pues te absorbió la nada ( o eso me dijo alguien una vez, no recuerdo quien, no tengo buena memoria) o te desvaneciste en el caos, mientras yo me consumo como ésta botella.


Victoria

Ese dulce néctar caprichoso.
Hay quienes la desean publicar cada nimiedad, desbordándose en su soledad en medio de ésta mota de polvo azul. Otros la guardan para sí, esperando (y hasta en la vigila antes del sueño) que sus pequeños pasos hacia delante no los conviertan en despeñados .
Todos vivimos sujetos a las imperantes leyes físicas y naturales. Somos insignificantes. Y no obstante nuestro ego provoca nuevos dioses y nuevos demonios, acusando a  la ciencia de frialdad mientras nuestras mentes siguen engañándose hasta el hartazgo de vivir. Culpamos de nuestro dolor a otros, cuando nosotros somos los que nos hacemos harakiris diarios.
La sociedad se comprende como un suicidio colectivo lento y silencioso. El sueño de libertad sólo se queda en eso, en sueño, hasta que unos pocos logran despertar. 
Estos despertados no fanfarronean de su descubrimiento de la Idea de Bien, pues no puedes hablarle de realidad a quien está continuamente con los ojos cerrados. Sin embargo, en la tierra de los dormidos, se vislumbran las peleas de opiniones banales, de ineptos colgándose medallas y acusaciones mutuas. En un egoísmo atroz mientras la verdad se halla tan cerca y tan lejos.
La victoria aparentemente inexistente y la creencia de una victoria realmente inexistente. 


 
 

martes, 8 de abril de 2014

Estupidez





Y es que cada vez me resulta más divertida tu estupidez. En tu continua rivalidad intelectual conmigo para demostrar ¿qué?
Desde aquel día que me demostraste que( pese a estar en la rama académica más encaminada a la cultura humanística) yo seguía superándote con creces, te has dedicado a tratar de hundirme. De quitarme méritos. De sobreponerte.
No eres más que una pobre persona que anida en el pozo de la desesperación junto a sus miedos y una autoestima, cada día, más imperceptible.
Primero el pelo y ahora ésto. No eres si no un portador, de entre miles de millones, del patetismo más absoluto.

Por suerte el patetismo, en su clara definición, resulta gracioso. Y es exageradamente apasionante verte caer en pequeñas trampas dialécticas. En ver cómo te revuelves en tu asiento virtual y respondes con un "jajaja" creyendo que así ocultas más y más la tirria que te doy, porque es una derrota continua tras otra y cuando ya no puedas reafirmar tu inexistente superioridad me borrarás para siempre de tu vida. Pero no te preocupes, yo dejaré que sufras un poquito y que esa esperanza te vaya matando un poquito más.

Se dice que la venganza se sirve en plato frío. Pero es que no quedan más que los témpanos de hielo entre tú y yo, cada vez, más punzantes.

miércoles, 2 de abril de 2014

Cruzados del Pesimismo




Nena, tú que cada mañana te levantas en sombría consciencia.
Que las calles se te tornan estrechas y asfixiantes, a cada paso que das hacia ninguna parte.
¿Cuál es tu bandera en ésta tierra de nadie? Donde los Cruzados del Pesimismo quieren conquistar la Nueva Tierra Santa.
Tambaleándote vendiendo filosofía barata y poniéndote una máscara de gladiador. Mendigando amor y vomitando odio a quien un hombro te ofrece.
Nunca enterrarás la espada, pues te dejarás arrastrar complacida por entre estas dunas ardientes del pasado.
Así encerrando tu destino, como a monstruoso Minotauro. Enfurecido y atrapado en un laberinto de soledad.

lunes, 24 de marzo de 2014

De blanco y azul.





Quizás no fui muy expresiva aquel día. A pesar de que generalmente abra mi mente, para ti y sin tapujos. Pero es que me dominaba un sentimiento perfecto.
¿Y sabes? Cuando te domina un sentimiento perfecto, la parte emocional de tu cerebro acalla, silencia, el léxico que pueda ser capaz de describir tus pensamientos. Porque no existe. Es lo típico de "no existen palabras para describir esto".
Mi única manera de hacerte ver, aunque fuera, vislumbrar, esos pensamientos que estaban haciendo arder mi corazón de gozo, es a través de éste escrito.
Y es que ¿No fue increíble ese contraste tan perfecto de blanco y azul? Y esas buganvillas, descolgándose por los muros centenarios de esas casas tan adorables, de cuento ¿Y que me dices de ese balcón que miraba al mar de frente con soberanía? No olvidemos tampoco esas hiedras, ese olor a madera y las campanas resonando...
Sin embargo, si hay algo que caracteriza mi personalidad, es que la belleza no soy capaz de disfrutarla por entero sola. Es un sentimiento, una emoción, que deseo compartir...
¿Y qué ocurre si a la belleza del exterior, acompañada con esa brisa marinera, la acompasas con un amor profundo e íntimo?
Me sentía volar como las gaviotas que sobrevolaban nuestras cabezas. Siendo una con el mar, siendo una contigo.
¿No has sentido alguna vez esa belleza absoluta, que tenías la necesidad imperante de callar para poder escucharla? ¿No has disfrutado alguna vez del silencio? ¿No te ha resonado una canción con todos estos elementos?
Es más que la sensación de vivir. Y las palabras empobrecen éste sentimiento.
Ojalá hubiera podido transmitirte, mediante telepatía, todo esto que había dentro de mí. Ojalá te hubiera tomado la mano y hubiéramos podido volar por encima de los tejados de Altea. Ojalá hubiéramos podido sumergirnos en el mar, o andar sobre él. Ojalá hubiéramos llegado hasta las estrellas dando un salto desde el campanario...

Espero que me disculpes porque mi mente estuviera paralizada ante tanto todo y tanta nada a la vez.
Perdona por no haber podido hablar de todo esto que realmente se cuajaba en mi mente.
Siento no haberte llevado a la Luna.

Pero prometo otra vez volverte a tomar de la mano y llevarte ante nuevos horizontes, colinas y montañas. A rincones ocultos, a bellas ciudades. A descubrir castillos, cuevas y ríos. A quizás componerte un relato en verso o en prosa sobre ello. A quizás volverte a cubrir de besos y observar el amanecer juntas...
Si algo he aprendido y sigo aprendiendo, es que quiero y deseo que seas mi compañera de aventuras. Que seamos las protagonistas en pequeñas historias inventadas, pero que nuestros pies caminen largo y tendido...




domingo, 9 de febrero de 2014

El cambio.

Seguramente no te esperes que hable de ti aquí. Seguramente ignores que sigo escribiendo o, quizá menos todavía, que sigo pensando rara vez en ti.
Pero sí, sigues invadiendo mi mente de vez en cuando, no porque te siga amando (sería ridículo, tras tanto tiempo) sino porque has formado parte de mi evolución como persona, de mi crecimiento y de mi personalidad.
Esta mañana cuando me he levantado he visto esa imagen. Maldita imagen. Me recordó a aquel día que descubrí que, como si te hubieras puesto una máscara, abortaste lo que había conocido de ti. Pese a que jamás mostraste cara al público ese corazón de retorcido romántico, aquel "look" hacía mostrar un pequeño o más bien minúsculo resquicio de lo que había dentro de ti.
Probablemente y quizá más bien, lo doy por hecho, muchos te darían la enhorabuena: "¡Qué bien te queda!", "¡Así estás mucho más guapo!" seguido de alguna pequeña pero poco importante decepción "¡Con lo largo que tenías el pelo!"
Pero yo vi la muerte, o más que la muerte, el enterramiento en vida de aquello que había conocido.
Yo viví al chico que trataba de complacer a sus desagradecidos amigos y que jamás se dio cuenta de que no lo merecían. Y pasé a ver al chico que, en lugar de independizarse de sus relaciones tóxicas, simplemente se disfrazó de duro.
Las cosas son así... Y hoy te dicen que aquel aspecto, aquella persona que conocí y exploré no eras tú. Que tú eres el "tipo duro" en el que te has disfrazado.

Yo confío en que tu forma de ser sigue coexistiendo dentro de ti, y que se lo mostrarás a quien ames (como es justo). Es más, espero que sea así. Y de veras me apenaría que una máscara acabara con una esencia que a mucha gente desearía disfrutar.

Dicen que los cambios de imagen son superficiales, pero siempre hay un motivo razonable y hasta profundo en cada uno de ellos.

lunes, 6 de enero de 2014

Noche alicantina.

Y es que una se pierde en una noche como ésta, de vientos gélidos y gente amuermada como terribles muertos vivientes, que en nada se diferencian del ganado matutino.
No obstante, es bello observar ciertos haces de vida en sus colmenas de sobrias fachadas, o quizá, si me permite el lector, de aquellas hermosas fachadas modernistas del centro alicantino.  Sombras desconocidas que se asoman a observar como yo el silencio, a veces vagamente interrumpido (quizá por algún borracho, drogata o los coches) o quizá, a dejar que sus suspiros desaparezcan, que se desvanezcan gracias a éste pequeño huracán a las primeras horas de la madrugada. Luces que se encienden y que al cabo de los pocos minutos ( o quizá segundos) se apagan y suponer que el propietario buscaba algo o que realmente los impulsos de su cerebro, sesgado por el hábito, le había conducido hacia aquella habitación sin motivo aparente. Luces parpadeantes como de prostíbulos, pero que en realidad no son más que baruchos donde se encuentran almas tristes o simples, ambas o ninguna.
Todo esto en cuarenta minutos de espera a un bus urbano para que me devuelva al calor de mi casa. Pero, diantre, esta soledad tiene algo de poético ¿O es que ya estoy siendo invadida por una molesta enfermedad y empiezo a tener fiebre?


Retorno

Su medieval cabellera, ondeando al viento bajo un tímido cuarto creciente y observando desde aquellas desgastadas almenas.  Sus alas recogidas, pero sin temor a volver a batirlas y surcar aquellos montes salvajes.
Aquel lejano sueño de un dorado atardecer otoñal, palpitaba en su corazón con la realidad de la esperanza. Se había levantado de su gélida lápida del olvido y retaba a las víboras a retroceder para siempre o perecer bajo su fuerza de águila imperial.


-Per aspera ad astra – le susurró a Bóreas, con lágrimas en sus ojos y alzó el vuelo bajo las estrellas que serían siempre sus confidentes.