lunes, 16 de noviembre de 2015

Sal en la arena

   Hoy he soñado contigo y no he podido evitar preguntar por ti. Hace algo más de un mes que tendrías que haber vuelto, pero estas en paradero desconocido. Recuerdo que ya me advertiste sobre la gran probabilidad de que no volviéramos a verte. No quiero pensar en que hayas muerto, quizá porque mi inocente mente occidental siente la muerte alienada. Pienso y quiero creer que estás vagando por el desierto con algún propósito. Posiblemente hayas querido entrar en conexión contigo mismo y decidir con cuál de tus mitades quedarte (pues te ensordecían con su ruido). Has querido perderte entre las arenas porque es el lugar más complicado de este planeta para poder encontrarte. Como un Mesías pero sin la pomposa búsqueda del mensaje de salvación, solo quieres hacer esa elección final y seguir ese camino. Puede que jamás llegues a escoger ninguna y te quedes en el desierto eternamente, pero con ambas partes en paz y unidas.

   Sea como sea, bajo el cielo en el que estés andando ahora, echo de menos las charlas bajo las estrellas, los cafeses rompecabezas, tu humo cínico y las horas en vela pensando en tu lección. Jamás he sentido una amistad tan fuerte por alguien en tan breve tiempo. Dejas huella por donde pasas, pero a mí me has plantado una semilla de sabiduría que espero madurar algún día.

   Nunca me cansaré de agradecer el paso por mi vida y que deseo desde lo más profundo de mi ser volver a verte, aunque sea entre las dunas del Sáhara. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario